Ciudad, urbanismo, arquitectura y medio ambienteEstos días, en los que se han presentado las conclusiones de la comisión intergubernamental sobre el cambio climático (IPCC), auspiciada por Naciones Unidas y la Organización Meteorológica Mundial, resulta interesante volver la mirada hacia el papel que juega la construcción en ese puzzle.

En su conjunto, la construcción es una de las actividades que más incidencia tiene en el consumo de materiales y energía en el mundo, por lo que su rápida adaptación hacia la sostenibilidad y la reducción de su impacto ambiental es clave para nuestro futuro común.

Al analizar el impacto de la construcción se debe estudiar tanto la propia actividad constructora (la industria), como el planeamiento, urbanización, diseño, explotación y uso de los edificios, puesto que cada una de las decisiones tomadas en cada una de estas etapas repercute en las posibilidades y el rendimiento ambiental de las otras.

El informe: Nieto, Joaquín y Santamaría, José; Evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero en España (1995-2005), CCOO y World watch, 2005; y la página web de la Fundación ecología y desarrollo, especialmente la página sobre los impactos ambientales del urbanismo y la vivienda, contienen numerosos datos referidos a la industria de la construcción que merece la pena conocer.

Ambos son textos de divulgación pero bien documentados y, a su vez, hacen referencia a otros textos y fuentes básicas que permiten profundizar más. De ellos se pueden extraer los siguientes datos estadísticos que revelan la dimensión ambiental del uso y la construcción de edificios, al que se atribuye:

  • el 40% del consumo energético mundial.
  • el 25% del consumo de madera mundial.
  • el 17% del consumo de agua mundial y el 12% en España.
  • el 32% de las emisiones mundiales de CO2 y el 40% en España.
  • el 40% de todos los materiales usados en la UE.
  • el uso de 2 toneladas de materiales por cada metro cuadrado construido.
  • el que más del 2% de la superficie de la península sea suelo artificial, habiendo aumentado esta superficie un 30% en el último decenio, sin apenas aumento de la población.

Agua caliente y energías renovables

Entre todos los datos recogidos, me llama particularmente la atención el potencial tremendo que posee el uso de energías renovables en la generación de calor en los hogares. El uso directo de calor, sin su conversión previa en energía eléctrica, es muy eficiente y, si se tiene en cuenta que la calefacción y el agua caliente para usos sanitarios supone un 66% del consumo de energía y 49% de las emisiones asociadas de CO2 en el consumo caraterístico de una familia española, el beneficio de eliminar el uso de energías no renovables, más contaminantes, es muy grande.

A este potencial ahorro energético podría añadírsele una parte del 16% de gasto energético y 24% de emisiones asociadas de CO2 que corresponden al uso de electrodomésticos, mediante el uso de lavavajillas y lavadoras bitérmicos, capaces de aprovechar fuentes de agua caliente externas.

Afortunadamente, el uso de sistemas de calentamiento de agua mediante energía solar está ya contemplado en el nuevo código técnico de la edificación (CTE) y la aparición de tecnologías como los paneles solares termodinámicos (PST) pueden hacer que las limitaciones tradicionales de esos sistemas desaparezcan.

Por supuesto, procurar la limitación de la demanda es la estrategia que mejor rendimiento puede producir. Además, evitar el consumo innecesario es posible en muchos casos utilizando medidas sencillas (y económicas) como la mejora de los aislamientos térmicos en los edificios, o primar la rehabilitación de edificios frente a la nueva construcción.

Urbanismo: vivienda y transporte en la ecuación del consumo de energía

Otro elemento reseñable es que, en términos absolutos, el consumo doméstico de energía solo es superado por el consumo debido al transporte, y se apunta a que en 2050 podría superar al consumo conjunto de transporte e industria.

Tanto la vivienda como el transporte son objeto de la reflexión urbanística pero parece que el impacto medioambiental de las actuaciones y el planeamiento urbanístico todavía resultan simples externalidades del proceso. A la vista de los resultados, parece evidente que se trata de un proceso en el que los parámetros de control todavía no recogen debidamente los factores ecológicos y medioambientales, y, cuando lo hacen, estos resultan excesivamente alejados y abstractos de esos objetivos, como es el caso de la densidad de población.

El análisis cuantitativo e identificación de los factores básicos y el desarrollo de métricas que evalúen el impacto ambiental de las decisiones de planeamiento es básico para poder internalizar e integrar dichos factores en la práctica urbanística y política. Es todavía mucho más sencillo argumentar el impacto económico de una decisión que su impacto ambiental. Tal vez porque también resultaría necesario internalizar los costes medioambientales en el cómputo económico.

Un libro interesantísimo sobre la internalización del coste ecológico y las consecuencias de considerar como ilimitados o free-ride los recursos ecológicos del planeta es Weizsacker, E. Política de la tierra, Madrid ,1989. Recomiendo su lectura vivamente a quienes tengan interés en ver cómo sería posible hacer que la economía refleje también la escasez relativa de los recursos del planeta.